domingo, 30 de noviembre de 2014

Un mar de fueguitos

El fuego, la llama, la magia se apaga con el agua, que purifica, sí, pero que también enmudece. No hay un río igual a otro, ni mirada que pueda reflejar tanta agua. Me quedaré aquí sentada contemplándolo, a él y a su magnificencia; esperaré a que suba y nos inunde, arrase con todo e ilumine de vacío la ciudad de los fueguitos

domingo, 9 de noviembre de 2014

An Laoi (Río Lee), o el escondite perfecto de cadáveres

Siempre que se abre la puerta de un ascensor presiento que va a parecer ante mí un cuerpo (muerto) colgado del techo. También, a veces, sospecho que vivimos dentro de una gran cúpula a modo de bola de nieve de cristal que una mano con dedos artrósicos y uñas escamadas y amarillentas agita a su antojo.