Mi ángel de la guarda

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Apoyado sobre la barra de un bar, con una colilla en una mano y en la otra un vaso de whisky, me encontré anoche a mi ángel de la guarda.

¿De dónde vienes tú?, pregunté. Y respondió Él: He dado la vuelta por la tierra.

Me quedé más tranquila, aunque:

1. Desconcertada por sus maneras de parricida borracho psicótico. (Siempre pensé que mi ángel de la guarda tendría cara de querubín y maneras de monaguillo). 
2. Y estupefacta y arrepentida de haber fantaseado con la loca idea de que Él, mi guardián, estaría correteando por el cielo, persiguiendo seres bellos celestiales y bebiendo malibús cargados de piña. 

Me senté a su siniestra y comenzamos a hablar sobre borrascas, anticiclones y agujeros negros. Con caras de besugos, seguimos charlando. A Él todo le parecía maravilloso, me miraba entusiasmado como si le estuviera descubriendo el secreto peor guardado. Me contagiaba su entusiasmo y entre contagio y contagio, yo me fui subiendo, hinchando cual pavo americano navideño.

¿Y por qué te dejaste caer por la Tierra?, pregunté. Me cansé de tanta felicidad, espetó.

Le hablé sobre sus funciones para conmigo, de que tenía que velar por mi malestar mental y de que o volvía a tierras celestiales o le clavaba el cigarro encendido en el ojo. Pareció captar la directa y mientras recogía sus bártulos, soltó el siguiente discurso:

"Lo están haciendo mal tirando a fatal. El rojo nunca pega con el gualdo. Si digo limón y sal, lo siguiente no es tequila. El vodka, mejor solo. El malibú, mejor servirlo con leche bien fría y las aceitunas mejor con hueso. Las plantas no se riegan solas y las nubes nunca tienen formas: son nubes. Si te dicen ven, no vayas y nunca lo dejes todo (¡so imbécil!). Los amores platónicos existen, pero de amor nunca se muere. El pitillo de después es falso: nunca hay un después. Es cierto que los chinos cocinan ratas y gatos y humanos, y si tu perra te dice que te quiere, verifícalo".

Ángel eléctrico – Soda Stéreo