Atravesé la ventisca en una guagua ocupada por sombras planas y ruidosas, paseé la cólera disfrazada de gentil dama. Maldije una y mil veces mil mi estampa y tiré a la basura todo contacto humano superficial.
Me acomodé en la recámara mientras esperaba el inicio de la guerra: solo llegaron paracaidistas aliados. Subí a la colina y amenacé a todos con el yugo de la verdad: prefirieron una mentira bien dicha.
Bebí cerveza canadiense, alemana, brasileña. Metí en mi cama algún que otro error y amanecí cubierta de sangre y vísceras; que no eran más que mi sangre coagulada mezclada con las vísceras de la idiotez pueril.
Y esta gota del techo que no deja de gimotear…
>>>De interés: 14 maneras bonitas de combatir la tristeza
(...) que la pena dura tanto
como quieras tú seguir llorando,
y aunque tú revises tu interior
siempre queda algo que
te dice
que esto es para largo.
Aunque no lo tengas claro
y quieras escapar.
Mi coco me dice que hoy
mi vida entera pasará ante mis ojos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario ;-)