Ahora tengo una uña partida por la mitad que se va enganchando con todo a mi alrededor: la esponja del baño, la ropa al desvestirme, el pelo al acariciarlo recordando cómo lo hacías tú.
La tengo en cuarentena, en cuidados intensivos. Le he puesto una tirita y de vez en cuando –casi siempre- la miro de reojo, con nostalgia.
¿Por qué sueño a veces contigo?
¿Por qué te recuerdo follar?
Tú y yo no seremos amigos,
siempre habra algo detrás.
Qué me diste,
házmelo quitar
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