Abrir los sentidos y contar la respiración. Bloquear recuerdos del futuro. Relajarme, dejar que los minutos caminen rutilantes por las horas que caen como miel. Solo preocuparme por lo conjuntada que va la señora que anuncia detergentes. Cambiar de canal, una y otra vez, buscando publicidades engañosas que me engañen ahora.
Unir una palabra con otra; una frase tras otra; un libro y otro más. Escapar. Volar. Ser un escritor nazi en Latinoamérica, un americano en el París de los años 30, un personaje de McCullers triste y sombrío, mudo y cabizbajo.
Apuntar todo lo que tengo que hacer y no hacer nada. Escuchar música, desempolvar los vinilos, buscar sentidos ocultos, aprenderme los créditos. Y, mientras, no poder no parar de dejar de mirar el techo: perfectamente blanco con una cicatriz en la mitad.
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El próximo sábado Guarida, que andar esnifando la escayola de las paredes sin color del cuarto...no es bueno, nunca acaba bien...NUNCA.
ResponderEliminarCual Ave Fénix renaceré y la arena esnifaré.
ResponderEliminar......señora bloguera trabaja usted menos en este blog que el sastre de Tarzán
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