Una casa sobre el aire. Eso es lo que quiero. Una casa sobre el aire que tenga
dos puertas: una que dé a la calle, a la realidad; y la otra, al cielo, en el que podamos pasear saltando de nube en nube. Una casa robusta y bella, con un jardín donde podamos cultivar
amapolas y tomates, y nuestro perro tenga espacio para jugar con las mariposas.
A la realidad me llevarás cogida de la mano, firme, pero suavemente. Una
escalera de caracol con un pasamanos multicolor nos conectará con los demás, pero solo un rato. Luego, pronto, volveremos a nuestra casa en el aire, haciendo equilibrios sobre el pasamanos.
Hacia el cielo no harán faltas escaleras: solo traspasar la valla blanca que separa nuestro jardín del sueño etéreo.