lunes, 28 de julio de 2014

Acuerdo

Julia le propuso que se fuera a vivir con él. Sebas en seguida aceptó. Julia solo le puso una condición: que se casaran, firmaran tan solo el papelito para hacerlo todo legal. Sebas, sin dudar, se lo prometió: cuando él muriera, todos sus bienes materiales serían para ella. No le prometía el alma porque hacía tiempo que no se la encontraba. Julia le dijo que vale, que sí, que no le importaba lo de su alma perdida. A cambio, ella lo cuidaría, lo bañaría y le limpiaría la baba –llegado el momento-. Del rito conyugal no hablaron: demasiado prosaico cuando hay dentaduras postizas de por medio. Pero de lo que sí hablaron fue de los paseos de los domingos, de la manzana caramelizada que Sebas le compraría y de cómo Julia caminaría a su lado, agarrada, a su lado, del brazo.