sábado, 23 de julio de 2011

Viaje al interior argentino (Mendoza-San Juan-Valle de la Luna)

El suave viento zonda no nos espera: ya pasó, ya nos piantó la chapita. San Juan se dibuja como un pueblo veraniego del interior de algún país, de un país lejos de las palpitaciones extremas de la ciudad. Un aire seco, cálido, con sabor a tierra árida. Con sigilo, nos transformamos en habitantes de la humanidad y nos dirigimos sin vacilación en busca de la Luna y su valle perdido. Cráteres y boliches, gatos y hongos, dinosaurios hambrientos y un submarino no amarillo en el que recorremos 200 millones de años. Una cabaña –que no caballa- en el Valle Fértil que alivie nuestra carencia de sabiduría pueblerina. Empanada y vino sanjuanino que acompañen la noche que no acaba.

Volvemos a la ciudad de Sarmiento, con sus submarinos –esta vez de chocolate- y sus medialunas, sus movimientos que evocan al 44 y su piedra de mármol. El rugir de las manecillas del reloj de la torre nos mantiene alerta. Un sol resplandeciente que alivia este cruel frío, este cruel baño de temperaturas inhumanas. La cama: el refugio y la búsqueda de calor encontrado.

La Plaza de la Independencia estructura Mendoza en un régimen positivista: cuatro plazas, un milimétrico cuadrado que nos hace movernos como piezas de un tablero de damas. Si miras lejos, frunciendo el ceño, en un día claro, verás –o imaginarás- Los Andes; absorberás todo ese aire puro y te irás con una sonrisa estúpida, una sonrisa de soslayo que no te dejará olvidar la sensación del interior argentino.

lunes, 18 de julio de 2011

La Argentinidad al Palo

La calle más larga,
el río más ancho,
las minas más lindas del mundo...
El dulce de leche,
el gran colectivo,
alpargatas, soda y alfajores...
Las huellas digitales,
los dibujos animados,
las jeringas descartables,
la birome...
La transfusión sanguínea,
el seis a cero a perú,
y muchas otras cosas más...

La argentinidad al palo...
la argentinidad al palo...

lunes, 11 de julio de 2011

“…bajo el ala aleve del leve abanico”

Este es el país de las últimas cosas –escribía ella- desaparecen una a una y no vuelven nunca más. Estas son las últimas cosas –repetía ella, mirando fijamente la estantería. No hay leche ni lechuga ni tampoco channel número 8, seguía repitiendo ella, como un disco rayado, un disco que no para, que se ha quedado petrificado en el fonema /ch/: leche, lechuga, channel. Tampoco hay chimichurri ni pan de chapata ni chorizo que echar a las chentejas (quiso decir lentejas pero no le quedaba bien fonéticamente). Prosigue ella en su inocente, pero acertada aliteración: “Ama tu ritmo y ritma tus acciones”. No hay dolor ni calor ni pasión. Una rima fácil, consonante.

En esta casa, mi país, van desapareciendo las cosas, una a una: lo mismo desaparece una rata que un clavel rojo, o una gaviota sobre un fondo azul.

Ya no hay colonia de nene, que atemple el frío templo, porque tampoco hay nene que berree en la clara noche. Lo mismo desaparecen las ideas, los valores, ¿los sentimientos? No hay rima para estas pequeñas cosas, pero sí sabe que dignidad rima con coraje.

sábado, 9 de julio de 2011

¿Qué se escucha en un boliche argentino?

La respuesta es muy sencilla: reggaetón, reggaetón, cumbia, reggaetón, cumbia de nuevo; de repente escuchas algunos acordes de rock -Soda, quizá Queen- y sí, puede serlo, pero la canción será una versión desde una perspectiva... CUMBIA!!!! Y ya para finalizar…Xuxa, sí, sí, esa cantante, modelo, actriz, presentadora brasileña que conquistó los corazones de los niños de medio mundo!

Primero un poco de la tierra de la samba, pero no es samba...


Luego algo de…algo raro, cumbia villera


Y cuando ya no distingues una cumbia de otra, llega Xuxa!!!!

viernes, 8 de julio de 2011

El paso por la escuela

Un joven delgado, frágil, de 16 años, atraviesa la puerta de su instituto de secundaria, mira cabizbajo, no saluda. Siente las miradas y los susurros. “Puto” es lo más dulce que escucha. Llega a su mesa, siguen los comentarios homofóbicos. Entra el profesor, los escucha, no dice nada y pide silencio a la clase. El joven, un estudiante modelo, no se queja, intenta hacer oídos sordos: “Ya pasará”, se dice. Sólo habla del tema con sus amigos del chat, al que se conecta cada noche, encerrado en su cuarto. Su madre lo nota raro, no me pregunta, “cosas de chicos”, piensa. Así, día tras días. Espejo de la situación que viven diariamente muchos jóvenes homosexuales en las escuelas.

Poliedros

Cruzaré Europa
llegaré a Buenos Aires
y seguirá…
         el palpitar.