miércoles, 10 de febrero de 2016

Mi casa tomada

Cada vez que supero el obstáculo de tres pisos sin ascensor y llego al último escalón, con la llave en la mano agonizando en el desierto, imagino que abro la puerta y me encuentro con una cucaracha gigante, un tipo con cara de malote con ganas de hacerme cosas malas o una familia burguesa toqueteando mis discos de vinilo y bebiendo mi vino barato del súper.