sábado, 7 de junio de 2014

Una uña rota

Me corté una uña –exactamente la uña del dedo pulgar de la mano izquierda-, no porque estuviera larga y quisiera cortarle su rebeldía; se trató simplemente de un accidente doméstico: estaba pensando en ti.


Ahora tengo una uña partida por la mitad que se va enganchando con todo a mi alrededor: la esponja del baño, la ropa al desvestirme, el pelo al acariciarlo recordando cómo lo hacías tú.

La tengo en cuarentena, en cuidados intensivos. Le he puesto una tirita y de vez en cuando –casi siempre- la miro de reojo, con nostalgia.




¿Por qué sueño a veces contigo? 
¿Por qué te recuerdo follar? 
Tú y yo no seremos amigos, 
siempre habra algo detrás. 
Qué me diste, 
házmelo quitar

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