lunes, 11 de mayo de 2015

Lisboa-Cork-Dublín

Llovía. Ya no importaba mojarse una vez más. El suave guineo del limpiaparabrisas acompañaba mis pensamientos. Me vuelvo, pensé. Vuelvo a la estación y regreso a Cork. Pero sabía que la curiosidad mató al gato (y que yo podía quedarme sin riñones).

Estaba todo planeado, nada podía salir mal, solo había que esperar a que los planetas se alineasen en la correcta posición y la química fluyera. Llegué la primera, subí al cuarto y me preparé para la cita: una tranquila ducha de agua caliente y un poco de rímel. Se había acordado que el encuentro sería primero en el bar del hotel. Empezamos con cervezas y café irlandés, algunos nachos para picar y conversación intrascendental: qué tal el viaje, y el trabajo, qué frío hace. De repente, entraron Pessoa y Adriana Calcanhotto en el juego, y yo empecé a interesarme y sentir calor. La cita iba bien, había posibilidades de negocio. Me esperarían en el cuarto para firmar los papeles, mientras yo, con otra Carlsberg, pensaría en los pros y contras.

De Espanha, nem bom vento, nem bom casamento”, me habían dicho. La frase merodeaba por mi cabeza, pero asumí que soy una assanhada valiente y total, si me quitan un riñón, siempre me quedará otro. Entré en el cuarto, una luz tenue lo recorría. El kit de cirujano asomaba por la mesa situada al lado de la ventana a través de la cual solo se veían coches pasar. Nos sentamos a firmar los documentos. Yo cada vez me sentía más excitada al percibir que cruzaba el límite. Firmé y Dublín sacó su bisturí reluciente, afilado, impoluto (como a mí me gustan las cosas). Lisboa, desde el Bairro Alto, nos observaba, sigilosa, deleitándose mientras esperaba el turno de sacarme el otro riñón. 

De repente, todo se convirtió en mar, en líquido salado que recorría cada parte de la sala de juntas arrastrando consigo maletines y chaquetas de trabajo. Dos delfines difusos surcaron el agua cristalina y dejaron su rastro tras de sí. ¿Estás cansada?, pregunté. No, aún no, respondió. La figura de un cigarro en la ventana me despistó, el humo escondía un cuerpo semioculto, una suave piel dulcemente bronceada. 

Los rayos de sol me despertaron. Las cicatrices apenas se notaban y ni siquiera extrañaba mis riñones. Al final va a ser verdad que lo puramente físico pertenece al imaginario mental. ¿Nos volveremos a ver? Sí, claro, este tipo de acuerdos bilaterales precisan de seguimiento. 

¡Ays, don Luís de Camões, si usted levantara la cabeza! 

A mis fofinhas giras
Eu não sou eu nem sou o outro,
Pilar da ponte de tédio
Sou qualquer coisa de intermédio:
Que vai de mim para o Outro.

                    (Mário Sá-Carneiro en la voz de Adriana Calcanhotto)

2 comentarios:

  1. Este año nos "sacrificamos" a lo precolombino, entregamos trozos con los ojos cerrados, estamos evolucionando ché !!!! , para que necesitamos los riñones....si nos esta creciendo el Alma .

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  2. Guauuu... creo que has sacado a la luz mi lado más oscuro, ha sido el relato de extracción de órganos más excitante que he escuchado!
    Ahh... coincido con Don Anónimo, tenemos que despojarnos de todo y ser solo un alma!!
    Besos re linda.

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