martes, 31 de julio de 2012

De astronautas

Dios es astronauta. Vamos, no se sorprendan ahora, todos conocíamos su profesión. Podría haber sido marciano, pero no, se decantó por la carrera espacial, de ahí que ande siempre por los cielos.

Se dice, se comenta -en los círculos de la Santa NASA-, que ha montado un chiringuito en la luna frente al cual ha puesto a una liliputiense tetona que sirve a diestro y siniestro (¿qué significará esta locución?) litronas de oxígeno y longorones estrellados.

En los mismos círculos mueren de envidia por ver la choza que se ha montado el tal Dios en la luna. Pero no en la luna de Valencia –que también-, sino en la luna luna, esa que usted y yo contemplamos cada noche y a la que pedimos/rogamos cosas imposibles.

Dios es astronauta y el muy sinvergüenza –que no sin vergüenza- se ha empeñado en crear un Marina d'Or, Ciudad de Vacaciones en el espacio exterior. De momento, ha levantado un puticlub en Marte, un campo de golf en Júpiter y está negociando montar un Las Vegas en Urano: Neil Armstrong sería el gancho.

Y por lo demás…todo se andará.

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