domingo, 30 de noviembre de 2014

Un mar de fueguitos

El fuego, la llama, la magia se apaga con el agua, que purifica, sí, pero que también enmudece. No hay un río igual a otro, ni mirada que pueda reflejar tanta agua. Me quedaré aquí sentada contemplándolo, a él y a su magnificencia; esperaré a que suba y nos inunde, arrase con todo e ilumine de vacío la ciudad de los fueguitos

Y nadaré tanto que me crecerán aletas en los pies, grandes y fuertes que al mínimo aleteo pueda pasar de un puente a otro; y por manos tendré alas que guiarán mi camino de mundos submarinos turbulentos. 

El fuego interno se derrite, lo veo diluirse entre mis dedos como la arena en la playa, como un terrón de azúcar en el vaso de agua. Salgo a la superficie y respiro, cojo aliento, relleno de vida el pulmón izquierdo

Sale el sol y enciende la llama, y otra vez volver a empezar. Ya no nado: la inundación dejó paso a los días azules. Gateo por el puente colgante que me servirá de trampolín. Ya va siendo hora de vencer el vértigo y de comenzar a planear esta ciudad desde lo más alto. El fuego amigo proveerá.

Eduardo Galeano

2 comentarios:

  1. Tu sin lugar a dudas, eres un fuego grande !!!!!!!

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  2. ...porque me alimento de los hermosos fuegos que me rodean.

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