jueves, 5 de febrero de 2015

Cosmonauta caribeño

La encontré en la barra de un bar. Fumaba tabaco de liar y bebía ron –solo, sin mariconadas-. Eran los tiempos en los que a nadie le importaba ser fumador pasivo. ¡Ah, qué tiempos! Trataba de parecer interesante y en la mayoría de las ocasiones lo conseguía, otras, en cambio, pasaba por ser una panoli más. Yo, a pesar de todo –o quizá por todo- vislumbré un halo de interés entre la bebida psicoactiva y el humo abohemiado. 

Me pedí un ron miel y le sonsaqué un cigarrillo. Me dijo que quería montar un burdel al que llamaría “El burdel de Ida Richelieu”. Lo tenía todo pensado, hasta cómo se organizaría el sindicato. Me gustó la idea: “Lo veo y lo subo”. Mañana empezamos. Conquistaremos el mundo. Al día siguiente nos fuimos con Cortázar a la playa, y entre relato, toalla y medusa, dimos un saltito hasta aposentarnos en el blues.

Sin darme cuenta –o tratando de no darme cuenta-, sacaste de tu cajita de trucos de magia palillos, makis y sushis: nos pusimos a degustarlos a tutiplén mientras veíamos a Bill Murray mover su bigote en un hotel en Budapest y a la tía de una monja lanzarse por una ventana en blanco y negro –la película, no la ventana, que también-. 

La invité a mi coche y nos fuimos al desierto de Sonora. Pillé todos los badenes posibles, solo para hacer su risa estallar aun a riesgo de eclosionar mis tetas postizas. Mr. Gato me miraba de soslayo: “Esta nos mata”. En la radio, un predicador evangelista; detrás de nosotras, pisándonos los talones, el cártel mejicano. “¡Nos está ganando los coyotes, mi helmana!”. No aguantaste la presión y en un chasquido de dedos aparecimos en un Chevrolet rojo buscando a Cesárea Tinajero. Yo, con mi pañuelo ondeando al viento a lo Geena Davis; tú, en plan ruda, disparando a los coyotes con tu pistola marca ACME

Paramos en la playa a repostar sol, tú te resfriaste. Te quedaste mirando al sol, luego a la luna, con tu botella de ron guardada durante años en la nevera. Y yo me di cuenta de que eras la cosmonauta caribeña que se enamoró de la luna.

Calvinbol, la mejor serendipia.

2 comentarios:

  1. Ainss que RUDO no llora, no llora....
    tu si que eres un milagro, de esos que solo ocurren en el cine.
    (gracias por existir)

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  2. Dentro de ti hay una CURSI queriendo salir...
    Te quiero, rudita querida

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