viernes, 24 de abril de 2015

Hiperboloides hiperbólicos de revolución

Y todo empezó a suceder rápidamente, como en una carrera de caballos donde andas desconcertado por no saber cuál es tu apuesta. Sam salió de su escondite, me hizo un guiño, me aparté y empujó la estantería sobre aquellos hombres grises. Aquel barullo nos permitió salir corriendo. Subimos por la escalera sin apenas tocar el suelo hasta llegar a la zona de lectura. Sam iba abriendo paso entre los usuarios y el personal de la biblioteca, mientras lanzaba libros sobre los que nos perseguían. Yo le seguía sin cuestionar sus métodos. Intentaba recordar lo que me había dicho Elizabeth al principio de la historia, sabía que en sus palabras residía la clave para resolver el acertijo. "Somos hiperboloides hiperbólicos de revolución".

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