¿Quién es ese hombre?

                                              Antonio, durante su viaje a la India.

"Si vale menos de un euro me lo llevo", pensó Fefa, mientras él clavaba su pupila chispeante en la pupila patidifusa de ella. Ella trató de desviar su mirada, de no hacerle caso, pero ahí estaba él, con sus ojillos amorosos, dispuesto a recorrer mundo al lado de su nueva enamorada.

Antonio Boca de Peixe costó un euro y medio, pero lo que no sabía Fefa es que esa era una nimia cantidad comparada con lo que el joven apuesto iba a traer a su vida. Inevitablemente, había caído en sus redes de galán. Fefa me lo presentó hace apenas un año, en los días en que ellos estaban preparando su viaje espiritual a la India. He de confesar que al principio me despertó desconfianza: se le veía muy ‘echao pa’lante’ y todo un donjuán. La gota que colmó el vaso fue esa sonrisa pícara y ese picar de ojos que me regaló mientras Fefa estaba en el baño. Como yo no le hice caso –muy al contrario, lo fulminé con la mirada-, se puso inquieto y le empezó el tic nervioso. Esto lo humanizó y ahí empezó a despertarme simpatía.

                                                                                    Con la familia.

Me contó que provenía de la etnia de los Mvdol, un pueblo del sur africano muy simpático y abierto, pero que él necesitaba conocer mundo y decidió atravesar África hasta caer en España. Trabajó de guardia de seguridad nocturno, de abridor de nueces, de doble de Torrente en las escenas de desnudos y de barman en un club nocturno de dudosa clientela, donde las damas se lo rifaban. Pero deprimido, cansado de esta vida, de ir dando tumbos, le pidió a sus colegas el Encendedor de cocina y la Pelota antiestrés pasar una temporada en su keli del barrio de Rocasa. Hasta que un día conoció a Fefa y la alegría volvió a cabalgar por entre sus muelles.

El viaje a la India fue intenso, les acercó mucho, tanto tanto, que cuando volvieron decidieron darse un tiempo. Así confesaba Fefa a sus allegados: “El caso es que después de la India no fue lo mismo, y durante un descanso que nos dimos dio mucha rienda suelta a su mandíbula. Ahora, lo que sienta o no, no me interesa. He sufrido mucho, amiga”.

                  Con una de sus “amigas”.

Durante este 'break', Antonio se dio a la vida nocturna, a la bebida, a saltar de flor en flor,… Antonia Sem Olhos le echó el ojo desde el primer momento, se le vio en la playa con la Obregón y hasta acompañando a la Duquesa de Alba. “Fefa, no es lo q parece. Lo cierto es que se trataba de trabajo. La Duquesa celebró su despedida de soltera y acabó tarde, de mañana...creo los genéricos le hacen mal a la mujer. No sé, una cosa llevó a la otra...”, así se defendía Antonio.

Tiernito, tiernito.

Cabizbaja y mustia, Fefa se dedicó a echar días pa’tras, hasta que apareció otro muchacho en su vida: Alfredo McFly. Se conocieron en la peluquería mientras él dejaba reposar la mascarilla en sus rizos dorados y Fefa decidía si hacerse un cambio radical de look con una permanente estilo afro rollo Jackson 5. A Antonio solo se le oyó mascullar en la barra del bar: “Puto Pato”.

De "charla" con un amigo.

Pero Fefa notaba que la química no surgía con su nuevo amigo, que algo fallaba… y la respuesta la halló en unas fotos que algún anónimo envió y en las que aparecía Alfredo en actitud comprometedora en un local gay de la ciudad. “Eso explicaría su costumbre de ponerse mi lencería. Y yo pensando que era un tío enrollado...”, afirmaba Fefa días después. Este hecho no entristeció a Fefa, al contrario, le sirvió de excusa para dejarlo, porque ella sabía que en el fondo de su corazoncito seguía estando Antonio.

Boca de Peixe decidió iniciar la reconquista de su amada: flores, bombones, serenatas con la canción “Crime” de Najwajean,…clásico que es el muchacho.

Hace poco se les ha visto por el Museo del Prado entre arrumacos y sonrisas cómplices.

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