En mi vida paralela todo es una comedia con risas enlatadas y frases brillantes hechas a medida del personaje. Todos reímos, nos abrazamos, desarrollamos nuestras facetas más ocultas y no necesitamos hacer cuentas matemáticas.
Como estrella de rock, ya he roto varios cuartos de hotel y quemado alguna guitarra sobre el escenario. He esnifado todo el gofio del molino y me han echado de USA por comportamiento coherente. Me han salido amigos, enemigos, he roto corazones y me han dejado tuerta con la baqueta de una batería.
Con esa misma baqueta he llegado puntual a mi trabajo, he rociado con gasolina a mi jefe y le he prendido fuego con la colilla que me colgaba del labio ensangrentado. Luego le he metido la baqueta por….donde nadie le había metido nada antes (creo).
Y entre solo y solo de guitarra, he dejado correr la sangre que brotaba de mis dedos sobre una probeta que contenía el remedio curativo contra los cretinos acomplejados. Sigo pensando que si los chinos vendieran armas, la bobería se hubiera acabado hace rato.
De camino a casa, he tropezado con un maletín, lo he abierto y una luz deslumbrante me ha atravesado. Supuse que sería un lingote de oro (o puede que fuera la piedra filosofal); me puse mis gafas de sol y vi la inmensidad: ¿la fuente de la eterna juventud? No me interesó tanto como para estar cargando con él, así que se lo dejé al primer vagabundo esquizofrénico que vi.
Llegué a tu casa. En el hall me quité los ropajes hasta quedarme desnuda. Me metí en la cama, me abracé a ti y me puso a soñar -que es lo que mejor se me da-.
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